Rebelión de León de Huánuco, 22 de febrero de 1812. “Cuando estudié Historia del Perú en el Colegio Nacional de San Miguel de Piura —tierra natal muy amada— principiaron y crecieron mis aficiones. Discorde con las apreciaciones de los historiadores extranjeros (…) que relegan al Perú en último término en la obra de la Emancipación; […]
Por Luis Eguiguren. 20 febrero, 2012.Rebelión de León de Huánuco, 22 de febrero de 1812.
“Cuando estudié Historia del Perú en el Colegio Nacional de San Miguel de Piura —tierra natal muy amada— principiaron y crecieron mis aficiones. Discorde con las apreciaciones de los historiadores extranjeros (…) que relegan al Perú en último término en la obra de la Emancipación; y convencido de que ello provenía, entre otras razones, de escasa investigación, procuré estudiar y reunir los materiales necesarios para mi particular estudio, proponiéndome un día dar a conocer el fruto de mi labor”. Luis Antonio Eguiguren Escudero (Piura 21.VII.1887-Lima. 15.VIII.1967)
El 22 de febrero se conmemora el bicentenario de la Rebelión de León de Huánuco, suceso considerado como de uno los primeros movimientos de la emancipación del Perú.
Hace cien años, en el ambiente celebratorio del primer centenario del surgimiento del movimiento emancipador Ibero-Americano, Luis Antonio Eguiguren publicó —en enero de 1912— uno de sus primeros libros sobre la Guerra Separatista en el Perú: la Rebelión del León de Huánuco . Tenía solo veinticuatro años y era aún estudiante universitario, según lo consigna en la presentación de su libro. Su participación en el ambiente intelectual peruano y de la Universidad de San Marcos indudablemente influía en su iniciativa editorial.
La obra, en su presentación y proemio, muestra detalles concretos del programa vital del joven intelectual piurano, cuando nuestro país se encontraba aún en la tarea de su reconstrucción, después de la Guerra del Pacífico, y se preparaba para celebrar el primer centenario de la Independencia Nacional, en 1921.
El proemio del libro —que cumple su primer centenario— es una propuesta enérgica a mejorar nuestra calidad moral y a reconocer el valor del estudio minucioso de la historia patria. Así se aprecia en el párrafo siguiente:
“Amante, fanático de la Historia como cátedra de educación moral y cívica, convencido de que sin probidad y sin criterio la Historia nacional es inútil, mentira convencional, siempre he salido frente de sus profanadores, y resuelto estoy a proseguir en ese camino porque mi conciencia me dice que debo proceder como si todos fueran ciegos y sordos en el mundo.”
Se proponía presentar “la revolución separatista del Perú a la luz de Documentos inéditos”. Tenía el afán de propiciar los estudios históricos sobre el Perú independiente hechos por peruanos.
Desde sus años de estudiante en San Marcos, hasta su fallecimiento, a los 80 años, en 1967 —cuando publicó el tercer tomo de Hojas para la Historia de la Emancipación del Perú— se ocupó de buscar y publicar las fuentes históricas de la guerra separatista.
Analizando el proemio, con el que presenta su recopilación de documentos sobre la rebelión de Huánuco, se pueden encontrar algunos de los motivos que impulsaron su labor de historiador.
Se advierte su afán de penetrar en el detalle de los hechos históricos. Para él no bastan aprensiones genéricas —explicaciones de una plumada, afirma— la realidad conviene asimilarla despacio, abarcando su riqueza lo más que podamos. Se opone a la holgazanería intelectual en la que no es difícil caer, también en el trabajo histórico, cuando falta el debido espíritu paciente y esforzado. En este sentido encontramos un vínculo con su ensayo: “La holgazanería en el Perú” publicado tres años después, en 1915.
“Hace algunos años, era muy joven aún, que leía las épicas luchas de la Revolución Emancipadora. No comprendía entonces como los historiadores podían explicar de una plumada la conmoción y el triunfo alcanzado por los insurgentes patriotas, sin la paciente averiguación de los mil incidentes, de las zozobras y penalidades que sufrieron por la causa de la Libertad.”
Hay que recordar la intensa actividad intelectual de Luis Antonio Eguiguren desde estudiante. Siéndolo, ya había publicado en Lima las obras: Los símbolos de la patria (1908); Recordando a Manuel Candamo (1909); El Pensamiento de San Martín (1909); Catálogo histórico del claustro de la Universidad de San Marcos (1912).
Hay un explícito afán moralizador en su actividad de dar a conocer el pasado. Describe los defectos de los peruanos pero los contrasta con las virtudes de próceres como José Olaya a quien dedicó un libro con el título “El mártir pescador” (1945). Resalta las excelencias de los héroes humildes y censura a la plutocracia virreinal y luego republicana.
Los 112 documentos —inéditos en 1912— publicados como fruto de paciente investigación en los archivos y bibliotecas de la época, son un ejemplo de laboriosidad del autor, que invita a esforzarse más en conocer nuestro pasado, a rechazar la frivolidad asociada a la pereza intelectual, y los consecuentes intereses mezquinos derivados de tales vicios.
Luis Antonio Eguiguren había percibido esos vicios en actos concretos de su época. Uno de estos—consigna en su libro centenario— era la sustracción dolosa de los cuadernillos del proceso judicial seguido a los insurgentes de Huánuco. Así lo consigna en el proemio de su libro cuyo centenario se recuerda:
“una mano aleve, cínica, premunida según voces de su empleo en la policía preventiva, ha osado penetrar en la Corte Superior del distrito judicial de la Capital de la República—donde se custodia el antiguo archivo de la Real Audiencia ordenado con amor y desinterés por el inteligente Dr. Aníbal Gálvez—y con temeridad maniática ha privado á la Historia Nacional, en momentos en que se celebra el centenario de un acontecimiento histórico, de seis preciosos cuadernos que forman el proceso seguido á los rebeldes de Huánuco. La Corte Superior ha mandado hacer investigaciones que por tratarse de un asunto ideal, insignificante, que no tendrá litigantes que lo activen, se resolverá por las calendas griegas”.
El Dr. Aníbal Gálvez (1865-1922) mencionado en el párrafo anterior fue un activo estudioso del Perú, entre sus obras se cuentan: Zela (1911), Los porteños, Zela (1911), El Colegio de Abogados de Lima: historia de su fundación (1915), Cosas de antaño: crónicas peruanas (1905).
Como sabemos, desafortunadamente hace aún menos de un año tuvieron que cerrar al público nuestra Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional en Lima, debido a las denuncias de sustracciones dolosas que requerían pronta atención, con inventarios minuciosos.
El Arzobispado de Lima participa en la campaña “Se buscan libros perdidos de la Biblioteca Nacional” promoviéndola a través de anuncios en las Iglesias de la capital, habiendo entregado ya el Cardenal Juan Luis Cipriani a la Biblioteca Nacional, seis libros perdidos, devueltos anónimamente en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Lima, en septiembre de 2011.
Luis Antonio Eguiguren veía con toda claridad la conveniencia de la emancipación, de la libertad del Perú, aunque reconocía también los graves defectos de la época republicana, como las agresiones a la democracia y la falta de respeto a las leyes, que él mismo experimentó, especialmente al ser Presidente de la Asamblea Constituyente de 1931, candidato triunfante a la Presidencia de la República en las elecciones anuladas por la fuerza de 1936 y fundador del Diario Ahora, que le fue incautado por el gobierno de Lima con grave perjuicio económico el 14 de agosto de 1934.
Facultad de Humanidades.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el diario El Tiempo, el martes 7 de 2012.